viernes, 9 de abril de 2010

Interés del docente universitario


Por desgracia, en nuestros días son muchas las personas a las que les mueve únicamente el interés económico o el prestigio social. Pero por suerte, también hay gente que, como yo, se mueve por pasión, por afán de superación, por ansiedad cultural, por solidaridad…

Hoy quiero sacar a la palestra a los docentes universitarios, a esos profesores que un buen día decidieron dedicar su vida a la enseñanza superior ¡qué gran gesto por su parte! ¿verdad?

Sé que no debería generalizar, pues soy consciente de que hay brillantes excepciones en mi reflexión, y además voy a ceñirme a un hecho concreto, pero no me queda otra opción que hablar en términos generales.

Aunque a grandes rasgos no hay nada que diferencie a un profesor de universidad pública que uno de universidad privada, sí hay algunos tópicos populares que se le atribuyen con frecuencia a unos y a otros.

Se dice de los profesores de universidad pública que su trato con los alumnos es mínimo, y para la mayoría, cada estudiante es un número que, con un poco de suerte podría coincidir con su D.N.I.

Estos maestros suelen dedicar sus horas extra escolares a la investigación y a redactar libros con teorías y conclusiones fruto de las horas dedicadas al estudio del tema en cuestión. Podríamos decir que son maestros y pupilos al mismo tiempo, pero ¿qué aportan ellos a sus estudiantes? ¿cuál es su interés? ¿cuál el legado que pretenden transmitirle a sus alumnos?

Me atrevería a decir que, en muchas ocasiones se limitan a ganar un sueldo y que trabajan con el objetivo de una ascensión en su puesto de trabajo a consta de su firma en una y otra publicación, de su colaboración en la obra de un ilustre autor, o del reconocimiento por parte de alguna autoridad. Pero… y los jóvenes a los que imparte clase ¿qué?

Por el contrario, y aunque hay de todo en la viña del Señor, los profesores de universidad privada se caracterizan por tener un trato más personal y directo con los alumnos. Estos pueden intercambiar con ellos ideas, pensamientos, opiniones y son escuchados y oídos. Los maestros de universidad privada suelen tener una implicación mayor con el alumno.

Y a pesar de eso, algo que los honra, también tienen unos intereses que cuando quedan al descubierto no se ven elegantes. A mí, particularmente, me dan pena. Así pues aprovechan cualquier oportunidad para organizar una conferencia, charla o presentación, supuestamente de interés para la comunidad universitaria en la que se encuentra; una vez concretada comunica a sus alumnos fecha y hora y añade al final de su mensaje: “de asistencia obligatoria”.

A simple vista todo parece correcto: un profesor implicado, que se esfuerza por traer a gente importante a la universidad para que aporten unos conocimientos extra a los alumnos ¡Ideal!

Pero yo, que no me suelo quedar en la superficie de los hechos y tampoco de las personas, analizo y llego a la siguiente conclusión: el profesor en cuestión trata por todos los medios de conseguir personajes de relevancia que puedan tratar algún tema de interés en la universidad, algo que, sin duda, elevará su prestigio de cara a sus superiores y que en u futuro podría tener consecuencias positivas para él y para su bolsillo.

La “asistencia obligatoria” más allá de considerarla imprescindible para que los estudiantes se regeneren con nuevas ideas, es necesaria para quedar bien con el invitado, es decir, con el conferenciante o ponente. Tienen que llenar el auditorio y no existe mejor forma de hacerlo que exigiendo a sus alumnos la “asistencia obligatoria”, sobre todo cuando estos se encuentran en los primeros cursos y no conocen como funciona el sistema.

Sinceramente, me parece lamentable. Estoy convencida de que sería preferible transmitir a los alumnos el ansia de aprender también fuera de las aulas, de nutrirse escuchando otras voces cuando un tema les atraiga realmente antes que obligarle a asistir a conferencias que en muchos casos no les aportarán nada.

Una conferencia obligatoria en la universidad es como una lectura obligada en secundaria. Si no te gusta leer, lo peor que te pueden hacer es obligarte a que lo hagas; primero deberían contagiarte el hábito de lectura, deberían ayudarte a descubrir nuevas posibilidades a través de las historias escritas.

Y con esto no pretendo quejarme de las conferencias, exposiciones, talleres… que una universidad pueda organizar, sino de los intereses que muchas veces las envuelven. A lo largo de estos seis años como universitaria me he sentado en auditorios, tanto por obligación como por devoción, y sigo haciéndolo, y los resultados suelen diferentes, salvo que por casualidad, el tema de una conferencia obligatoria te interese realmente.

Nuevo viaje virtual


Después de algunos meses dándole vueltas a la idea de crear un blog en un momento en el que las redes sociales absorben gran parte de nuestro tiempo, hoy ha llegado el día de darle forma a esa idea. Así pues, Realidad Telescópica nace con el objetivo de abrir una nueva ventana al exterior, y también con la intención de convertirse en un alféizar desde el que poder observar, telescopio en mano, realidades que, en ocasiones, pasan desapercibidas para el ojo humano; o, mejor dicho, para muchos ojos humanos.

Hablar de uno mismo suele provocarnos cierto reparo, tal vez respeto, pero cuando llego nueva a un lugar, a mí, particularmente, me gusta presentarme, así que es lo que me toca hacer en estos momentos. Me considero una joven responsable y comprometida, con inquietudes, optimista, con ganas de poner nuevos proyectos en marcha y con mucha ilusión. Actualmente estudio el último curso de Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y RR.PP., pero me siento muy ligada también al mundo de las artes, el espectáculo, la solidaridad, el deporte y el turismo (poquito a poco me iréis descubriendo).

Estoy convencida de que aquí y ahora comienza un interesante viaje virtual, una aventura… y es mi deseo poder compartirla con vosotros. Espero vuestras opiniones, reflexiones y, por supuesto, vuestros puntos de vista más personales sobre las realidades que aquí pueda plantear.


Un saludo y nos vemos pronto.